Juan tiene 9 años y le encanta el fútbol. Ama jugar con su amigos y ver todos los juegos por la televisión. Pero su sueño es ver en directo un partido de su equipo favorito. Es cierto que le hace ilusión casi cualquier juego, pero su piel solo se eriza cuando saltan al campo los suyos. Una cosa es que te guste algo, y otra que te identifiques totalmente con ello.
Lo mismo ocurre con las marcas. Tu podrás tener muchos clientes porque consumen tus productos por necesidad o porque lo ven como la mejor opción de calidad o precio. Eso está bien y te dará beneficios. Pero imagínate si logras tocar las emociones de todo el mundo y no solo te compran, sino también te aman y se identifican contigo.
Para eso necesitas tocar su parte más emocional. Que sus sentimientos se pongan a flor de piel. El concepto de marketing emocional, o más bien branding emocional, fue acuñado en 1985 por Marc Gobé. Para él, “es el conducto por el cual la gente se conecta de forma subliminal con las compañías y sus productos de un modo emocionalmente profundo”.
En su opinión, toda estrategia de branding emocional debe sustentarse en la relación, imaginación, visión y las experiencias sensoriales. Y con eso lograrás posicionarte en su top of mind, convirtiéndote en lo que Kevin Roberts, llama LOVEMARK.
¿Pero cómo conseguir eso con mi marca?
Primero de todo debes conocer muy bien a tu target. Estúdialo para conocer su rango de edad, el lugar donde reside, qué y dónde consumen, dónde le gusta ir a pasear o a través de que medios consumen información.
Una vez tengas claro eso. Y otras cuestiones como si son solteros o casados, tienen hijos o no o que buscan en la vida (o al menos en las redes), es momento que identifiques tu producto o tu marca con lo que quieres conseguir. Quieres que te relacionen con familia, buenos actos, felicidad, emoción, placer.
En este punto hagamos un paréntesis sobre una de las marcas que han triunfado con el marketing emocional. Coca Cola.
¿A que estás en el cine y escuchas el sonido de abrir una Coca Cola y quieres una? ¿A que piensas en eso y te da felicidad y alegría? ¿A que no necesitas ver la lata o la botella para querer una? ¿A qué te encanta ver sus anuncios en el cine?
Pues eso es básicamente una estrategia de marketing emocional llevada al extremo y al éxito. No se centran en su producto, es más, tu no amas a Coca Cola solo por su sabor, la amas por lo que te transmite y lo que mueve emocionalmente.
Ahora vuelve a centrarte en tu marca y trabaja duro en una estrategia a largo plazo donde tu mensaje siempre esté relacionado con lo que quieres transmitir. Cuenta historias, haz que los consumidores se identifiquen contigo, enseña tu lado humano, vende experiencias, genera vínculos…
Todo eso te servirá para que te diferencies de la competencia, y tu producto, su precio o sus características (que serán similares) no sean las que marcan la diferencia. No es un trabajo rápido y sencillo pero debe ser consistente para lograr que finalmente tus seguidores no sean solo clientes y acaben siendo fans.
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